A MI PUERTA LLAMÓ EL MAR

Mi pueblo es de montaña, pero huele a sal, y
por las noches brilla más que otros pueblos.
La razón es que, a veces, a mi puerta llama
el mar.
No parece embravecido ni nada, solo algo
triste.
¿Está aquí la Luna?, me pregunta.
Hoy no la he visto, respondo.
Lástima, dice el mar, y va a probar en otra
casa.
Por la tarde vuelve a llamar. Huele a
sirenas, barcos y arrecifes. Parece preocupado. Lo sé por la ballena azul que da vueltas y vueltas en su barriga de
agua.
¿Está aquí la luna?
Lo siento, hoy tampoco ha venido.
Se marcha como se van las olas, con dudas,
tiñendo de espuma y nostalgia las orillas de las casas.
A la tercera noche lo invito a pasar. Lo
siento junto al fuego mientras llora. Solo sonríe un poco cuando le ofrezco un
té de algas rojas.
Cuando la luna está contigo, me dice el mar,
te sale un camino de plata y te llenas de estrellas. Pero lo más importante es
que ríes tanto que bailas, y sueñas, claro. Los mares soñamos todo el tiempo,
sin embargo, los sueños de la luna saben mejor ¡La echo tanto de menos!
-Seguro que viene tarde o temprano -le
tranquilizo-. La luna suele regresar.
El mar me da las gracias. Recoge sus
lágrimas perladas y vuelve a ocuparse de la marea, no se vaya a desbordar. La
calle queda vacía, el empedrado se relaja.
De pronto, dos golpes tímidos de luz.
-¿Está aquí el mar?, pregunta la luna.
Me llevo la mano a la barbilla.
-Hoy tampoco ha venido, respondo yo.
Me han dicho lo mismo en todas las casas -se
lamenta- ¿Te importa si vuelvo mañana?
Claro que no, luna -le digo- puedes volver
siempre que quieras.
Cuando la luna se va, en las ventanas de mis
vecinos resplandecen dorados brillos, lo mismo que la mía cuando en mi pecho
surge un camino de plata y me lleno de estrellas. Salimos y bailamos ¡Cómo
bailamos! La plaza se llena de risas y luceros y danzamos como niños hasta que
la aurora nos desvela como gotas de rocío. A casa nos retiramos, es la hora de
soñar, sueños de sirenas, barcos y arrecifes, que mi pueblo es de montaña, pero
huele a sal, y por las noches brilla más que otros pueblos.
Texto: Arturo Abad
Ilustración: Patricia Gutiérrez