jueves, 15 de septiembre de 2016

DOS DOCENAS DE HUEVOS: EL MAESTRO

EL MAESTRO



Cuando, después de subir la montaña, la alumna se postró en el suelo del templo y dijo: Maestro, ¿qué he de hacer para ser feliz? Este respondió que comprara un Ford Focus ST 5000, conducción inteligente, llantas metalizadas y faros de esos que suben y bajan solos. La alumna, dubitativa, regresó a casa, vendió sus pertenencias y se puso a trabajar de sol a sol. Un tiempo después, al templo arribó un apuesto muchacho, ofreció al maestro leche y miel, y después preguntó ¿Qué necesito para ser feliz? El anciano se atusó la barba y dijo: A ti lo que te hace falta es una novia con un Ford Focus ST 5000, conducción inteligente, llantas metalizadas y faros de esos que suben y bajan solos. El joven se despidió con una reverencia y continuó su camino. Pronto encontró una chica que araba una pequeña tierra. Albergaba el sueño de comprarse un coche y el muchacho se ofreció a ayudarla. No tardó en surgir entre ellos la complicidad del objetivo común, y poco a poco, el amor verdadero. Cuando una mañana, no muy lejos de allí, un perro vagabundo se tropezó con el venerado maestro, le dijo ¡Guau! que significa algo así como “Maestro, que necesita un perro abandonado para ser feliz”, el maestro respondió ¡Grrrrr! ¡Guau! ¡Guau!, que quiere decir exactamente “Solo precisas encontrar una familia que te de cobijo, que te respete y te ame como un igual, y que tenga un Ford Focus ST 5000, conducción inteligente, llantas metalizadas y faros que suben y bajan solos”. El animal bajó la montaña a trompicones. Cuál no fue su sorpresa al hallar una pequeña cabaña a medio construir, rodeada de una huerta plena de colorida cosecha, en la que una dulce pareja trabajaba sin descanso para comprarse un coche. Aunque apenas tenían para sí mismos, le dieron techo y comida, y un pedazo del gran amor que compartían. El perro les correspondió protegiendo la plantación, y dando alegría en los días duros mientras luchaban día a día por lograr su sueño. Cuando, después de mucho esfuerzo, la joven, el muchacho y el perro consiguieron el ansiado coche, lo aparcaron junto a la huerta. Se miraron sonrientes. El coche no estaba mal pero, sobre todo, tenían una huerta, trabajo compartido, y lo mas importante, los unos a los otros. Eran felices. Realmente felices. Se abrazaron, satisfechos, y se llevaron la mano al corazón, para dar las gracias al maestro de la montaña. Desde la montaña, el maestro no podía verlos, pero se sentía tan satisfecho como ellos. Por fin había vendido el Ford Focus ST 5000, conducción inteligente, llantas metalizadas y faros que suben y bajan solos, que de un tiempo a esa parte, le estaba dando problemas de motor.

Texto: Arturo Abad
Ilustración: Patricia Gutiérrez