domingo, 25 de diciembre de 2016

DOS DOCENAS DE HUEVOS: ESCAPE DE BELÉN


DOS DOCENAS DE HUEVOS: ESCAPE DE BELÉN





-Me persiguen-dijo la estrella.

-¿Quién?

-Tres hombres y tres camellos.

-Corre-dijo el niño-. Yo los distraeré.

-Me persiguen- dijo el ángel.

-¿Quién?

-Pastores y ovejas.

-Corre-dijo el niño-. Yo los distraeré.

-Me persiguen-dijo Dios.

-¿Quién?

-Templos y sacerdotes.

-Corre-dijo el niño-. Yo los distraeré.


Texto: Arturo Abad
Ilustración: Patricia Gutiérrez

martes, 6 de diciembre de 2016

DOS DOCENAS DE HUEVOS: A MI PUERTA LLAMÓ EL MAR


A MI PUERTA LLAMÓ EL MAR




Mi pueblo es de montaña, pero huele a sal, y por las noches brilla más que otros pueblos.

La razón es que, a veces, a mi puerta llama el mar.

No parece embravecido ni nada, solo algo triste.

¿Está aquí la Luna?, me pregunta.

Hoy no la he visto, respondo.

Lástima, dice el mar, y va a probar en otra casa.

Por la tarde vuelve a llamar. Huele a sirenas, barcos y arrecifes. Parece preocupado. Lo sé por la ballena azul que da vueltas y vueltas en su barriga de agua.

¿Está aquí la luna?

Lo siento, hoy tampoco ha venido.

Se marcha como se van las olas, con dudas, tiñendo de espuma y nostalgia las orillas de las casas.
A la tercera noche lo invito a pasar. Lo siento junto al fuego mientras llora. Solo sonríe un poco cuando le ofrezco un té de algas rojas.

Cuando la luna está contigo, me dice el mar, te sale un camino de plata y te llenas de estrellas. Pero lo más importante es que ríes tanto que bailas, y sueñas, claro. Los mares soñamos todo el tiempo, sin embargo, los sueños de la luna saben mejor ¡La echo tanto de menos!

-Seguro que viene tarde o temprano -le tranquilizo-. La luna suele regresar.

El mar me da las gracias. Recoge sus lágrimas perladas y vuelve a ocuparse de la marea, no se vaya a desbordar. La calle queda vacía, el empedrado se relaja.

De pronto, dos golpes tímidos de luz.

-¿Está aquí el mar?, pregunta la luna.

Me llevo la mano a la barbilla.

-Hoy tampoco ha venido, respondo yo.

Me han dicho lo mismo en todas las casas -se lamenta- ¿Te importa si vuelvo mañana?

Claro que no, luna -le digo- puedes volver siempre que quieras.

Cuando la luna se va, en las ventanas de mis vecinos resplandecen dorados brillos, lo mismo que la mía cuando en mi pecho surge un camino de plata y me lleno de estrellas. Salimos y bailamos ¡Cómo bailamos! La plaza se llena de risas y luceros y danzamos como niños hasta que la aurora nos desvela como gotas de rocío. A casa nos retiramos, es la hora de soñar, sueños de sirenas, barcos y arrecifes, que mi pueblo es de montaña, pero huele a sal, y por las noches brilla más que otros pueblos.



Texto: Arturo Abad
Ilustración: Patricia Gutiérrez

martes, 22 de noviembre de 2016

DOS DOCENAS DE HUEVOS: EL TERCER SABIO

EL TERCER SABIO




Mucho se ha escrito de un sabio tan pobre que solo se alimentaba de las hierbas que recogía, y de otro sabio, mas paupérrimo si cabe, que comía las hierbas que el otro arrojaba. Sin embargo, pocos conocen la historia del tercer sabio, tan mísero, triste y humillado, que para sobrevivir tuvo que comerse a los otros dos.

Texto: Patricia Gutiérrez
Ilustración: Arturo Abad

jueves, 10 de noviembre de 2016

DOS DOCENAS DE HUEVOS: COMETAS

COMETAS



Cuando era niña volabais tan cerca. Si saltaba casi podía tocaros.
-Lo recuerdo -dijo él- pero siempre os empeñabais en regresar al suelo.
-Para saltar de nuevo mas alto -protestó ella- y un día os marchasteis. La noche quedó vacía. Ahora solo se ven cometas cada cincuenta años.
-No podíamos quedarnos. Lo siento mucho.
-Os echamos de menos -confesó con los ojos empañados- ¿Fue por nuestra culpa?
-No, pequeña amiga, vosotros solo jugabais con cometas.
-¿Entonces qué ocurrió?
El la miró de cerca, flotando suavemente, con restos de sol en la cola y en los ojos.
-Fueron las cuerdas.
-¿Las cuerdas? -se sorprendió- ¿Qué les pasó?
-Qué dolían -respondió el cometa.
El aire se llenó de polvo estelar cuando el astro se giró para marcharse. Antes de que se alejara, la anciana estiró los brazos y saltó por última vez.

Texto: Arturo Abad
Iluztración: Patricia Gutiérrez

domingo, 30 de octubre de 2016

LA FIESTA


Cuando era pequeña en la víspera de todos los santos, mi madre me llevaba al cementerio a limpiar tumbas. Yo no entendía muy bien por qué íbamos pero HABÍA que hacerlo. Dejarlas impolutas. Ese contacto difuminado con la muerte a golpe a de bayeta y flores de plástico era suficiente hasta el año siguiente.

Para las personas mayores que yo conocía la muerte estaba mucho más a la orden del día. Un difunto siempre implicaba una salida, un reencuentro con conocidos, una excusa para pintarse los labios y ponerse la chaqueta nueva que reservabas para ir al médico o a misa. Una especie de fiesta agridulce que daba para hablar varios días. Ya si te morías el uno de noviembre era la leche.

jueves, 15 de septiembre de 2016

DOS DOCENAS DE HUEVOS: EL MAESTRO

EL MAESTRO



Cuando, después de subir la montaña, la alumna se postró en el suelo del templo y dijo: Maestro, ¿qué he de hacer para ser feliz? Este respondió que comprara un Ford Focus ST 5000, conducción inteligente, llantas metalizadas y faros de esos que suben y bajan solos. La alumna, dubitativa, regresó a casa, vendió sus pertenencias y se puso a trabajar de sol a sol. Un tiempo después, al templo arribó un apuesto muchacho, ofreció al maestro leche y miel, y después preguntó ¿Qué necesito para ser feliz? El anciano se atusó la barba y dijo: A ti lo que te hace falta es una novia con un Ford Focus ST 5000, conducción inteligente, llantas metalizadas y faros de esos que suben y bajan solos. El joven se despidió con una reverencia y continuó su camino. Pronto encontró una chica que araba una pequeña tierra. Albergaba el sueño de comprarse un coche y el muchacho se ofreció a ayudarla. No tardó en surgir entre ellos la complicidad del objetivo común, y poco a poco, el amor verdadero. Cuando una mañana, no muy lejos de allí, un perro vagabundo se tropezó con el venerado maestro, le dijo ¡Guau! que significa algo así como “Maestro, que necesita un perro abandonado para ser feliz”, el maestro respondió ¡Grrrrr! ¡Guau! ¡Guau!, que quiere decir exactamente “Solo precisas encontrar una familia que te de cobijo, que te respete y te ame como un igual, y que tenga un Ford Focus ST 5000, conducción inteligente, llantas metalizadas y faros que suben y bajan solos”. El animal bajó la montaña a trompicones. Cuál no fue su sorpresa al hallar una pequeña cabaña a medio construir, rodeada de una huerta plena de colorida cosecha, en la que una dulce pareja trabajaba sin descanso para comprarse un coche. Aunque apenas tenían para sí mismos, le dieron techo y comida, y un pedazo del gran amor que compartían. El perro les correspondió protegiendo la plantación, y dando alegría en los días duros mientras luchaban día a día por lograr su sueño. Cuando, después de mucho esfuerzo, la joven, el muchacho y el perro consiguieron el ansiado coche, lo aparcaron junto a la huerta. Se miraron sonrientes. El coche no estaba mal pero, sobre todo, tenían una huerta, trabajo compartido, y lo mas importante, los unos a los otros. Eran felices. Realmente felices. Se abrazaron, satisfechos, y se llevaron la mano al corazón, para dar las gracias al maestro de la montaña. Desde la montaña, el maestro no podía verlos, pero se sentía tan satisfecho como ellos. Por fin había vendido el Ford Focus ST 5000, conducción inteligente, llantas metalizadas y faros que suben y bajan solos, que de un tiempo a esa parte, le estaba dando problemas de motor.

Texto: Arturo Abad
Ilustración: Patricia Gutiérrez

martes, 30 de agosto de 2016

DOS DOCENAS DE HUEVOS: SOY CATADOR



SOY CATADOR



Soy catador.
Cato todo lo catable.
Y no hay forma de descatar lo que yo cate. 
Hace tiempo me propuse catar el mundo entero.
Quise probar el sabor a río. Lo busqué en el agua y los cantos rodados,
en la quilla de una barca, en una rivera. 
Entonces me comí una trucha.
Y descubrí que la trucha sabe a río.
Quise probar la tierra.
Ni piedras, ni barro, ni liebres, ni flores, ni hierba.
En la huerta, en una remolacha recién cogida. Ahí estaba el sabor a tierra.
Con el fuego no tuve ni que buscar. De casualidad lo hallé crujiendo en los bordes de la carne asada.
Y un percebeiro se jugó la vida en un acantilado, para darme a catar las olas del mar.
Pero por más que busco, y mira que he buscado,
no encuentro nada que tenga sabor a cielo.
He probado aves, peces voladores, jirones de niebla,
y nada, no hay manera.
Por eso señorita, espero que entienda
que por el bien de la alta cocina
es absolutamente necesario
fundamental, e indispensable
que pueda probar un trocito de usted.

Texto: Arturo Abad
Ilustración: Patricia Gutiérrez

martes, 23 de agosto de 2016

DAMIÁN

DAMIÁN



Mi madre se llama Consuelo, pero es la persona que peor consuela del mundo. Lo que sí que hace muy bien es coser y además le encanta. Cuando era pequeña era ella la que confeccionaba toda mi ropa y la de mis muñecas. Si había un acontecimiento importante la prenda era encargada a la modista del barrio. Esta señora de edad indeterminada te tomaba las medidas mientras comentaba lo que habías crecido y lo bien que te iría una falda pantalón con un estampado de flores.

El nieto de la modista se llamaba Damián. Sólo venía unos días en las vacaciones de verano. Tenía la mirada típica de los niños de ciudad que no saben manejar la libertad que de repente se les concede cuando llegan al pueblo. Salía a jugar con nosotros. A la hora de la merienda la modista se asomaba  a la ventana y gritaba su nombre alargando la última a de una forma muy exagerada: ¡Damiáaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaan! Todos veíamos como él se estremecía y acudía obediente al reclamo. Era el que más tardaba en merendar de todos. Un rollo.

miércoles, 10 de agosto de 2016

DOS DOCENAS DE HUEVOS: MI ABUELO

MI ABUELO


En mi pueblo las flores no huelen.
Mi abuelo les robó el olor.
Dice que, en la piel de mi abuela,
el aroma de las flores queda mejor.

En mi pueblo no corre el viento.
Mi abuelo lo robó.
Dice que, en el pelo de mi abuela,
la brisa queda mejor.

En mi pueblo no hay luna.
Mi abuelo la robó.
Dice que, en los ojos de mi abuela,
la luna queda mejor.

La gente se enfadó.
Acudieron a casa de mi abuelo,
querían una explicación.
Mi abuelo habló desde la ventana.
-¡Ahora en el pueblo hay poesía!
¡Eso les convenció!
se marcharon la mar de contentos.
Esa misma tarde mi abuelo robó la poesía.
Dice que, en la boca de mi abuela,
los versos quedan mejor.

Texto: Arturo Abad
Ilustración: Patricia Gutiérrez

miércoles, 3 de agosto de 2016

EL CONSULTORIO


Cuando era pequeña me gustaba pasar por la tienda de mi padre para verlo trabajar. Siempre podía coger un cucurucho de papel con muchas aceitunas y sentarme en el escalón de la entrada a comerlas con mi amiga María que vivía muy cerca. Mi padre no paraba de hablar y siempre se interesaba por la salud de sus clientas, o por algún familiar que trabajaba en el extranjero o por algún hijo que se acababa de casar. A la gente le gustaba hablar con él y eso se notaba.

Todavía hoy me siguen encantando las aceitunas aunque ya no las tome en un cucurucho de papel o ya no las pueda compartir con mi amiga. Todavía hoy hay clientas de mi padre que siguen viniendo a la tienda aunque haya muchas que han pasado a mejor vida. Todavía hoy mi padre sigue bajando a la tienda a pasar consulta aunque ya haya cumplido 65 años. Porque en realidad lo que mi padre ha tenido toda la vida es un consultorio, y ese amigos míos, es un negocio muy difícil de abandonar.

viernes, 29 de julio de 2016

VERANO


Pienso en el verano y pienso en mi bici. Venía de la chatarra, no era bonita. Era el ciborg de las bicicletas. Sólo tenía un freno, el de delante, frenaba en seco, era un poco peligroso en las cuestas. Pero en realidad poder lucir muchas cicatrices en las rodillas te hacía formar parte del grupo de los atrevidos. Me la hizo mi abuelo. también arreglaba lavadoras y las planchas de las vecinas.

miércoles, 27 de julio de 2016

¿ME DAS UN BESO?

DOS DOCENAS DE HUEVOS

Hay gente que entra en tu vida y no lo hace en balde. Hace unos años tuve la suerte de compartir un pedacito de existencia en Granada con una gran persona y un gran profesional: Arturo Abad. Yo estaba un poco perdida y hacía garabatos, él ya publicaba cuentos con la gran Joanna Concejo (Zimbo) y el gran Gabriel Pacheco (Taller de corazones) entre otros méritos.
Años después nos hemos vuelto a encontrar y hemos decidido montar este bonito proyecto, Dos docenas de huevos,  por tres sencillas razones: primera, yo ya me he encontrado, segunda, sigue encantándome su trabajo y tercera, él adora mis garabatos.
Dos docenas de huevos o lo que es lo mismo dos cuentos al mes durante un año a compartir con todo aquel que quiera pararse un ratito a ver, leer y sonreír con nosotros…

Nos acompañas?

PRIMER HUEVO: ¿ME DAS UN BESO?

¿Me das un beso?
¿Qué beso quieres?
No lo sé, respondí, no puedo saber qué besos tienes. 
Pues mira, tengo un beso vanidoso que solo te doy si me dices que soy bonita. 
Tengo un beso comprensivo, para cuando dices tonterías,
Besos menudos que dejo con prisa cuando estoy a punto de salir,
o besos robados para cuando estás tan concentrado que no quieres que te besen. 
También tengo un beso redentor para dártelo cuando hacemos las paces,
y otro beso gamberro, que cuando estoy a punto de darlo, me lo quedo. 
Interesante muestrario, afirmé ¿tienes por casualidad un beso que no se acabe nunca?
No, pero puedo darte besos infinitos.
Eso me sirve, respondí, y me dejé besar.

Texto: Arturo ABAD
Ilustración: Patricia GUTIÉRREZ