miércoles, 3 de agosto de 2016

EL CONSULTORIO


Cuando era pequeña me gustaba pasar por la tienda de mi padre para verlo trabajar. Siempre podía coger un cucurucho de papel con muchas aceitunas y sentarme en el escalón de la entrada a comerlas con mi amiga María que vivía muy cerca. Mi padre no paraba de hablar y siempre se interesaba por la salud de sus clientas, o por algún familiar que trabajaba en el extranjero o por algún hijo que se acababa de casar. A la gente le gustaba hablar con él y eso se notaba.

Todavía hoy me siguen encantando las aceitunas aunque ya no las tome en un cucurucho de papel o ya no las pueda compartir con mi amiga. Todavía hoy hay clientas de mi padre que siguen viniendo a la tienda aunque haya muchas que han pasado a mejor vida. Todavía hoy mi padre sigue bajando a la tienda a pasar consulta aunque ya haya cumplido 65 años. Porque en realidad lo que mi padre ha tenido toda la vida es un consultorio, y ese amigos míos, es un negocio muy difícil de abandonar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario